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La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada con oro y piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de las impurezas de su inmoralidad. En su frente estaba escrito un nombre, un misterio: “Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. Vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús.

Al verla, quedé asombrado con gran asombro.

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